¿Qué logra el psicoanálisis que otras terapias no consiguen?

Por Muriel Wolowelski

Los psicoanalistas recibimos en consulta pacientes que concurren por diversos motivos. Pueden tener sentimientos de angustia, vacío o soledad, dificultades en sus relaciones personales, enfermedades mentales que los incapacitan para el buen funcionamiento cotidiano, miedos de todo tipo, rituales y obsesiones imposibles de evitar, trastornos sexuales como eyaculación precoz, impotencia, frigidez,  por mencionar sólo algunos.

Es común que en el inicio del tratamiento nos  relaten con desesperación  las dificultades que  les produjeron estos síntomas. Están dispuestos a intentar un tratamiento psicoanalítico o de psicoterapia psicoanalítica para resolver sus inquietantes problemáticas. Muchas veces nos relatan que han probado anteriormente otro tipo de “terapias” costosas e ineficaces, ya sean psicológicas o con medicamentos.

Desde que me dediqué al psicoanálisis, mi manera de pensar cómo funciona la mente y la solución de sus conflictos fue cambiando, abriéndome poco a poco un panorama apasionante. Recuerdo en particular el caso  de una joven mujer que consultó por dificultades sexuales con su pareja. Ella no quería que su marido la tocara ni la besara y, mucho menos, tener relaciones sexuales con él. Decía que lo amaba pero no lograba entender lo que le sucedía en la vida íntima. Una de las situaciones que más me sorprendió fue cuando, un poco ingenuamente, relató que había estado ocho años en una “terapia”. Pero más desconcierto me provocó saber que el motivo de consulta en aquella oportunidad era el mismo que aún la mantenía sufriendo.

Con frecuencia, los pacientes en tratamiento solicitan un consejo, una indicación o una recomendación sobre qué hacer en la vida. Suelen decir: “A mí me gustaría que me aconseje si me divorcio o sigo con mi marido”o “¿Qué carrera  me conviene elegir?”. Un modelo terapéutico que proponga estos lineamientos técnicos mantiene la idea de que el terapeuta es un modelo a seguir, que él sí sabe elegir lo mejor para el paciente, quien se coloca en sus manos. Un mal terapeuta hace recomendaciones y responde con consejos frente a cada indecisión de quien lo consulta. Desde esta perspectiva, los pacientes se convierten en algo así como inválidos emocionales, al tiempo que se requeriría un terapeuta (si se le puede llamar así) para cada persona debido a la actitud tan demandante que provoca este tipo de intervención. Se pone en funcionamiento un aspecto omnipotente de la mente del paciente que otorga a alguien ajeno la responsabilidad de decidir. El consejero (no podemos llamarlo analista) parece poseer la verdad mientras el paciente sigue sus lineamientos. Son personas que utilizan mecanismos de idealización, atacan su propia capacidad de pensar, anulan la autonomía personal, pierden  la propia identidad y el impulso a crecer a través de la propia experiencia. Por eso ponen en manos de otros las decisiones que les corresponde asumir a ellos. Se comprende que este sistema es inadecuado y, lamentablemente,  más común de lo que nos podemos imaginar.

La paciente antes mencionada relata que, por recomendación del “terapeuta”, consulta junto con su pareja a un sexólogo, quien les recomienda crear un ambiente estimulante por medio de velas aromáticas y les recomienda ver películas con contenido sexual. Naturalmente, la estrategia fue un rotundo fracaso, dado que la indicación coincide con el problema de esta mujer.

¿Qué propone la terapia psicoanalítica?

El método psicoanalítico propone una comprensión totalmente diferente de la problemática del paciente. Busca el origen y la causa de los conflictos en el inconsciente. Una parte significativa de la vida mental y emocional se encuentra precisamente en el inconsciente, y podemos acceder a ella a través de los sueños, los lapsus (equivocaciones al hablar), los actos fallidos expresados en actos y conductas, los chistes, los síntomas y la transferencia, o sea la relación consciente e inconsciente que se establece entre analizando y analista.

Los sueños y fantasías sexuales infantiles se hacen actuales en la sesión, permiten que se exploren los conflictos, los celos, las ansiedades de la infancia.  Recuerdo el relato de un sueño de la paciente mencionada, en el que un tiburón la persigue. En otro, ella asesina con una pistola al director de la empresa. En un tercero, aparecen dos mujeres desnudas en una escena sexual. La realidad psíquica es abrumadora, imponiendo la problemática inconsciente: ella desea ser el varoncito con pene que, erotizado con mami, asesina al padre. Desde estas fantasías podemos comprender el pleito que tiene con los hombres, la devaluación del marido (desplazamiento del padre) y sus complicaciones sexuales. Esto significa que en la infancia los niños tienen fantasías sexuales. Es uno de los más grandes e importantes descubrimientos de Freud. Hay amor a los padres, deseos de formar pareja con uno de ellos, agresividad y fantasías de muerte del progenitor del mismo sexo, las niñas quieren tener bebés, pero también tener pene; los varoncitos quieren ser hombres como el papá, pero es común que tengan también deseos de tener bebés como la mamá.

Todas  estas emociones quedan en el inconsciente, permanecen siempre allí hasta que se hacen conscientes en una terapia de dirección psicoanalítica, la única capaz de descubrirlas por el método que utiliza.

Cuando la vida psíquica inconsciente se desarrolla desvinculada de la parte consciente del funcionamientos mental, incurrimos en repeticiones eternas sin conocer la razón. Una mujer que consulta relata su vida matrimonial. Está casada con un hombre que la maltrata verbalmente, la menosprecia y devalúa, no la considera ni capaz ni valiosa. Ella ha vivido veinte años en ese matrimonio y se encuentra desalentada, frustrada y dolida. Hizo una terapia en la que pudo divorciarse siguiendo los consejos del terapeuta, quien le explicó que su esposo era muy violento y una mala persona a quien no tenía que soportar. Tiempo después del divorcio, ella conoce a otro hombre con quien establece una relación y deciden vivir juntos. Gradualmente aparecen maltratos verbales y físicos que se suman a la forma indiscriminada, como dejar al marido en este caso, sin entender las motivaciones internas que la conducen a tal tipo de reiteración. Analizar, entender el conflicto inconsciente impide que se repita una y otra vez el mismo síntoma.

Desde siempre hemos sabido que muchas personas, para evitar ponerse en contacto con sus problemas psíquicos, pueden quedar atrapados en una carrera desenfrenada por obtener bienes materiales, éxitos económicos y soluciones inmediatas. El costo es alto: se hacen presentes la angustia, las enfermedades físicas y los pleitos interpersonales, sensaciones de vacío e infelicidad.

Desde la perspectiva psicoanalítica se toma en cuenta el mundo inconsciente, interno, la realidad psíquica. Por ejemplo, algunas veces podemos inferir un aspecto depresivo y masoquista, o sea el deseo de sufrir por culpa o por identificación con aquél a quien se dañó. Esta situación se instaló en la paciente antes mencionada, que la llevó a buscar situaciones y relaciones de menosprecio en las que se sintió desvalorizada y maltratada una y otra vez. Ella podría repetir el  mismo pleito varias veces  con diferentes parejas. Mientras no entienda su conflictiva y no pueda modificarla en su interior, seguirá participando inconscientemente en estas circunstancias sin posibilidades de cambio. Está encerrada en un laberinto pero con una salida: la psicoanalítica.

El psicoanálisis propone que la realidad psíquica es diferente a la realidad externa, el mundo en el que vivimos cotidianamente. Las personas construyen una idea subjetiva del mundo a partir de esa realidad psíquica, de manera que si alguien, por ejemplo, está dominado por sentimientos de superioridad, mirará al mundo desde arriba y con desprecio. A la vez, si una persona está eufórica, acelerada, lo que sentirá a su alrededor siempre será fantástico. Si se encuentra deprimida, en cambio, sentirá que no hay esperanza y verá el  futuro oscuro, sin esperanzas. Es decir, el mundo de la realidad cotidiana es el resultado de proyecciones que hacemos desde nuestro interior.

Si la terapia psicoanalítica se dirige a la causa de los conflictos que se encuentran en el inconsciente, ésta será  la mejor y más profunda manera de explorar el mundo interno, de acercarse a la comprensión de uno mismo para entender cuáles son los conflictos que padece y poder resolverlos.

En el caso de niños con problemas de conducta en la escuela, síntomas de rabietas, enojos, el psicoanálisis sirve para comprender sus emociones. Supongamos que se trata de celos por el nacimiento de un hermanito. No es adecuado mandarlos a medicar en exceso, con lo cual se busca ocultar los conflictos internos. En la época de Freud, a las mujeres con problemas sexuales se les daba bromuros o tratamientos con galvanoterapia (uso de electricidad no dolorosa). En la época actual, se medica a los niños de una manera excesiva con Ritalina (metilfenidato), a los adultos con exceso de medicación, consejos excesivos, o bien la búsqueda de objetos materiales.

El psicoanálisis ayuda  a diferenciar las crisis normales de la etapa adolescente de problemas de conducta o psicopatológicos graves, que se pueden modificar. Hemos visto adolescentes en que desapareció un lupus o la artritis reumatoidea, bien diagnosticados, con una terapia psicoanalítica.

Es frecuente que la aplicación del método psicoanalítico sea la única forma en que disminuye la aparición de enfermedades psicosomáticas de diferentes diagnósticos, así como el cáncer, los infartos pueden ser menos frecuentes en personas que están en terapia psicoanalítica que aquéllos que hacen counseling, usan medicación o recurren a terapias de apoyo o conductuales.

Las terapias que se basan en el sentido común o que ofrecen sólo apoyo emocional, las que elaboran recomendaciones de qué hacer en la vida, no son malas pero sus efectos son pasajeros, ayudan de manera limitada y crean una fuerte dependencia con el terapeuta.

Los pleitos personales, laborales, conyugales o en la crianza de los hijos mejoran mucho o se resuelven en la terapia psicoanalítica, ya que se modifican los rasgos de carácter que inciden en esos problemas. En este sentido, el psicoanálisis es más trabajoso, pero sus efectos perduran y sus metas son más ambiciosas, dado que puede alcanzar cambios profundos dentro de la mente y la personalidad.

Algunos pacientes que, en un inicio, se preocupan por el costo y la duración del tratamiento, van poco a poco sintiéndose comprendidos, van haciendo progreso. Logran sumergirse en el mundo de los sueños, donde encuentran la verdadera realidad (la interna) y desde allí emergen con mayor madurez y una vida mental más profunda, creativa y de mejor calidad humana.

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