Cómo funciona la mente en los problemas del carácter

Por Carmen Islas

Los problemas de carácter pueden surgir desde muy temprano en la vida de las personas. Las fallas en la relación madre-bebé a menudo se ven reflejadas en el comportamiento posterior del individuo. Una madre tranquila y amorosa, que quiere a su bebé, permanecerá como un objeto bueno en la mente; por el contrario, una madre ansiosa, distante o agresiva aumentará las ansiedades del pequeño y esto puede ser causa de patologías severas. El estudio del funcionamiento mental desde las etapas más tempranas de la vida constituyó una propuesta novedosa con respecto a las ideas expuestas por Freud, quien teorizó sobre los conflictos derivados de las instancias psíquicas y subrayó la importancia del complejo de Edipo.

Entre los analistas postfreudianos más destacados se encuentra Melanie Klein (1957), quien fue miembro de la escuela británica y discípula de Karl Abraham y Sandor Ferenczi. Esta autora investigó los procesos involucrados en la estructuración mental y encontró una relación entre el deterioro del carácter y la dificultad del bebé para enfrentar ansiedades tempranas, principalmente ante la separación de la madre. Según Klein, la incapacidad para tolerar las frustraciones tiende a producir emociones y fantasías negativas que afectan el desarrollo de la personalidad y limitan el reconocimiento de la realidad (interna o externa). Este tipo de personas se muestran desconfiadas y suelen responder de manera violenta a las dificultades que se les presentan.

Klein, basándose en la experiencia clínica, observó un deterioro en el carácter de pacientes que, al no haber establecido con seguridad un primer objeto, tampoco podían reconocer sus bondades y mucho menos tener sentimientos de gratitud hacia él. Los rasgos de carácter que derivan de estas fallas son falta de confianza (en sí mismo y en el mundo), dificultad para reconocer y disfrutar de los aspectos satisfactorios de la vida y necesidad de enfrentar a los que se considera como enemigos. Dichos comportamientos se derivan de las fantasías inconcientes, las cuales constituyen libretos que modifican la realidad externa. Estos libretos se organizan desde que el sujeto es muy pequeño y seguirán presentes a lo largo de su desarrollo, hasta la vida adulta.

Desde la perspectiva general de las escuelas psicoanalíticas, una de las características más graves en la patología del carácter es la dificultad para reconocer la realidad, para pensar la experiencia (Bion); son personas que no han podido acceder a un nivel simbólico (Lacan). Más tarde en Estados Unidos, Otto Kernberg (1980) amplía las ideas de Klein, cuando habla acerca de los trastornos limítrofes, así como de las ansiedades y mecanismos de defensa que utilizan estos pacientes.

Kernberg describe con detalle un tipo de personas a las que denomina como “personalidad límite”, quienes se distinguen por ser impulsivas, mantener relaciones intensas pero inestables, no tolerar las separaciones, experimentar vacío y aburrimiento y, en varios casos, por presentar conductas autodestructivas (adicciones o amenazas de suicidio). El odio y la destructividad están presentes en los cuadros más severos; por ejemplo, las personas con carácter perverso que disfrutan sin remordimiento de sus acciones.

Otros analistas (como Balint, Ferenczi y Winnicott) piensan que las fallas tempranas en el ambiente ‒en el vínculo con la madre, principalmente‒ dan origen a déficits en la estructuración del carácter y en la manera como se interpreta la realidad y nos relacionamos con los demás. Winnicott (1969) explica que hay pacientes que pueden presentar alteraciones psicosomáticas cuando las ansiedades psicóticas amenazan con emerger; a tales dificultades del carácter él les llama trastornos fronterizos.

Por su parte, el psicoanalista francés André Green describe a los trastornos fronterizos como ‘no neuróticos’. Estos pacientes parecen sanos en su funcionamiento cotidiano, pero en el análisis observamos conflictos más profundos, como depresiones severas. Green piensa que el origen de este problema se encuentra en una falla materna cuyo origen radica en la propia depresión de la madre, la cual invade al bebé y puede quitarle su vitalidad.

En los últimos tiempos se ha establecido una diferencia clara entre dos tipos de problemas: los relacionados con el conflicto y los que tienen que ver con un déficit en el desarrollo. Por ejemplo, cuando una persona se siente presionada para realizar una tarea que no le agrada ‒como podría ser el caso de un joven que estudie una carrera por exigencia de los padres, pero que en realidad quisiera ser jugador de futbol‒, vemos un conflicto intrapsíquico entre un deseo propio y otro que viene del sentido del deber. El déficit en el desarrollo, en cambio, está vinculado a necesidades básicas no resueltas (Killingmo, 2000). Si un bebé no es deseado, lo rechazan o vive carente de afecto en un ambiente de frustraciones, muy probablemente tendrá dificultades con la construcción de su psiquismo y en su desarrollo emocional. Para Kohut (1971), cuando una persona no ve cubierta su necesidad de afirmación del sí mismo, suele presentar trastornos severos del carácter. Estas teorías han traído cambios considerables a las intervenciones terapéuticas.

Donald Meltzer (1966) ‒autor postkleiniano‒ describió tres tipos diferentes de carácter, utilizando la analogía con el cuerpo imaginario de la madre: las personas que viven en la ‘cabeza-pecho’ son narcisistas y se creen especiales; quienes habitan en la zona vaginal o fálica siempre están pensando en el sexo; aquellas que viven en el recto oscilan entre la sumisión y la tiranía.

Actualmente sabemos que las alteraciones del carácter pueden incluir aspectos neuróticos y no neuróticos; nadie padece de un déficit o un conflicto totalmente definido. Por ejemplo, un joven con rasgos obsesivos puede ser ordenado, aprender, convertirse en un buen estudiante y, en general, no presentar problemas, pero, al mismo tiempo, quizá en alguna ocasión reaccione de manera descontrolada o destructiva con sus padres y hermanos, si siente que ellos no responden a sus demandas. También es posible observar un deseo exagerado por el poder y el prestigio en sujetos neuróticos, ya sean histéricos, obsesivos, fóbicos o fronterizos. El tipo de personalidad no es algo absoluto, pero en cada uno de nosotros hay ciertos rasgos predominantes. Las clasificaciones son de utilidad en el trabajo analítico para orientarnos en torno al carácter del paciente y anticipar la forma como enfrenta sus problemas.

Referencias

Killingmo, B. (1989). Conflict and deficit: implications for technique. International Journal of Psycho-Analysis, 70: 65-79.

Klein, M (1957). “Envidia y gratitud”. En Obras completas. Buenos Aires: Paidós, 1980.

Leiberman, C. y Bleichmar, N. (1989). El psicoanálisis después de Freud. México: Paidós.

Leiberman, C. y Bleichmar, N. (2013). Sobre el psicoanálisis contemporáneo. México: Paidós.

Artículo del Diplomado «Problemas del carácter: síntomas visibles e invisibles.» Inicia el 4 de octubre. Más información

Compartir: