Adolescencia, privacidad y confinamiento: problemas con los jóvenes

Por Magaly Vázquez

La situación de confinamiento que vivimos actualmente debido a la pandemia ha movilizado al mundo entero, y cada vez son más los “efectos colaterales” que este escenario sin precedentes ha provocado.

Es común escuchar a padres con diversas preocupaciones acerca del comportamiento de sus hijos adolescentes durante el confinamiento en casa, pues muchos de ellos se muestran más irritables, apáticos o rebeldes de lo que acostumbraban.

Por ejemplo, algunos permanecen por largos periodos encerrados en su cuarto sin convivir con el resto de la familia o se niegan a participar en actividades con ella como cenar o ver una película. Asimismo, hay una queja generalizada del tiempo que pasan en el celular interactuando en redes sociales, jugando videojuegos, o sentados frente al televisor viendo series y, por lo tanto, desvelándose y con dificultades para despertarse en la mañana para atender las clases en línea. Algunos de los que ingresan a preparatoria o universidad se muestran inconformes y piden dejar de estudiar hasta que las clases sean presenciales. Existen otros casos en donde también se muestran muy molestos por no poder salir de casa y exigen ver a sus amigos o a la pareja; algunos incluso salen a escondidas.

Si bien para cada uno de nosotros ha sido un reto modificar nuestras vidas y adaptarnos a las circunstancias actuales con las afectaciones emocionales que esto implica, ¿por qué parece que los adolescentes son los que la pasan peor?

Debemos tener en cuenta que el adolescente transita por uno de los momentos más complejos de la vida de una persona. La adolescencia conlleva una transformación física y psíquica que trastoca todos los aspectos de uno mismo: el cuerpo, la sexualidad, la identidad, las emociones, el pensamiento y la forma en la que uno se relaciona con las figuras del mundo externo. Atravesar por este periodo permitirá construir y alcanzar un estado más adulto de independencia y madurez emocional.

Para que esto suceda es necesario que se deje atrás mucho de lo que significa ser niño: la dependencia y obediencia a los padres que se miran como figuras omnipotentes y protectoras, pero que también se viven como dueños del cuerpo y de la mente. Precisamente se debe modificar la imagen que antes se tenía de este cuerpo infantil, pues ahora su característica principal es que es sexuado y experimenta nuevas sensaciones como la excitación.

Es por esto que el adolescente se muestra rebelde y devaluador hacia los padres, así como celoso de su espacio privado tanto dentro como fuera de casa, pues comienza a masturbarse y a experimentar sus primeros acercamientos sexuales con otros. Los amigos se han vuelto de suma importancia porque funcionan como el “puente” que ayuda a transitar entre el duelo por la separación de los padres y la construcción de una identidad propia- Ahora son los amigos con quienes se identifican en gustos, intereses y pensamiento.

Lo más difícil para el adolescente es que la situación actual le impone compartir el espacio con aquellos de los que necesita tomar distancia y alejarse de quienes necesita mantener cerca.

Entonces, ¿qué se puede hacer? Ser padre de un adolescente es una tarea sumamente compleja. De hecho, hoy en día presenta un mayor desafío pues, por un lado, debe empatizar con la necesidad del adolescente de alejarse de la familia (especialmente de los padres) y respetar su privacidad, pero al mismo tiempo continuar fungiendo como figura de autoridad sin llegar a los extremos, de la rigidez o de la gratificación constante.

Es importante permitirles que tengan contacto con sus amigos, tener espacios de ocio y de soledad, pero también deben equilibrarse con actividades de estudio, creatividad, descanso por las noches y tareas en casa que les ayuden a organizar y contener su mente. Los jóvenes también necesitan modelos de identificación adultos que les transmitan que es posible tolerar la espera, la frustración y emociones displacenteras, como la incertidumbre, así como la capacidad de adaptarse a las circunstancias difíciles, a trabajar y esforzarse a pesar de que las cosas no siempre son como uno quiere.

Referencias

Aberastury, A. y Knobel, M. (1988). La adolescencia normal: un enfoque psicoanalítico. Paidós.

Platt, C. M. (2018). Growing up in a World of Cellphone Technology. En J. Adelman. Psychoanalitic Reflections on Parenting Teens and Young Adults. Routledge.

Anthony, J. (1970). Las reacciones de los progenitores frente a los adolescentes y a su comportamiento. En J. Anthony y T. Benedek, (eds.). Parentalidad. ASAPPIA/Amorrortu.

Lerner, H. (2008). La adolescencia en la contemporaneidad: las tribus, los ni-ni, las generaciones X, Y y Z en Ser o estar adolescente. En M. C. Rother, S. Sternbach, H. Lerner y L. Hornstein (eds.). Adolescencias contemporáneas. Un desafío para el psicoanálisis (pp. 90-107). Psicolibro.

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